La dislexia a diferencia de otros trastornos no tiene un área específica dentro del cerebro y se descubre casi siempre cuando se inicia el proceso de aprendizaje de la lectoescritura.
El proceso de la lecto escritura es sumamente complejo, pues no es una función que venga programada neurológicamente como el habla. En este proceso se vincula el oído fonemático: La capacidad neurológica que ayuda a discriminar lo que se está escuchando. No se trata de que el niño no escuche bien, su audición puede ser perfecta pero a nivel neurológico no puede descifrar la información y relacionarla con un código visual. Es decir, para él será igual la b, p, y q pues no le asigna un sonido a cada una.
En la ilustración inferior se describe este fenómeno. Si nos fijamos en el gráfico de la izquierda veremos que el cerebro del lector normal trabaja en su totalidad durante la lectura pues ambos hemisferios, derecho e izquierdo, se comunican entre sí. Cada hemisferio está especializado en ciertas funciones. El hemisferio izquierdo se ocupa de los procesos del lenguaje, mientras que el derecho se especializa en la información visual y espacial. Por el contrario, si observamos el gráfico de la derecha, veremos que en los niños con dislexia se produce una disfunción – un fallo- en el hemisferio izquierdo y se ve afectada la velocidad de procesamiento de la información, lo que incapacita al niño para procesar cambios rápidos de estímulos o sucesiones, tanto en el área visual como auditiva.
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